lunes, 3 de febrero de 2014

El estudio de la anatomía macroscópica del encéfalo desde una cosmovisión integral del ser humano*
Denis Frank Cunza Aranzábal [1]
Introducción
     A menudo los estudiantes de cursos de neurociencias se enfrentan con una posición evidentemente naturalista al estudiar la anatomía del sistema nervioso central, pues la nomenclatura de las partes del encéfalo contiene términos derivados de conceptos evolucionistas, los cuales, por argumentación de los autores constituyen señales de evolución.
     Términos como pros encéfalo, mesencéfalo y rombencéfalo, son a menudo citados por diversos autores como parte de la descripción de un cerebro evolutivamente primitivo, y posteriormente términos como telencéfalo, diencéfalo, metencéfalo y mielencéfalo, son explicados como un estado evolutivo de especies antecesoras más cercanas, sin embargo, estos términos pueden ser utilizados de tal forma que no se haga ningún tipo de referencia a la teoría de la evolución, simplemente basándose en explicaciones ontogénicas. Así mismo, se pueden encontrar otros términos más eminentemente evolucionistas, tales como arquicórtex, paleocórtex, neocórtex e isocórtex o la nomenclatura propuesta por McLean que incluye términos como “cerebro reptil”, “cerebro mamífero” y “cerebro neomamífero.  
     El enfoque puramente ontogénico incluye una descripción del desarrollo del cerebro desde un punto de vista embriológico. En primer lugar se hace una descripción del desarrollo embrional desde la unión de los gametos masculino y femenino, teniendo en cuenta la clara dependencia que tienen las células en formación, las cuales no podrían mantenerse vivas en un medio hostil, luego, se continúa con la descripción de la anatomía del sistema nervioso central a los 25 días de vida, que es donde se produce la diferenciación en tres zonas anatómicamente distintas, posteriormente a los 50 días existe una mayor diferenciación de tal manera que dos áreas, la más cefálica y la más caudal se dividen cada una en dos secciones, posteriormente estas secciones se diferenciarán completamente en el cerebro formado en cuanto a la anatomía macroscópica se refiere, pues las uniones sinápticas seguirán creando nuevas redes a partir de la experiencia vital del sujeto después de nacer hasta su adultez. Este punto de vista eminentemente ontogénico deja de lado la necesidad de explicaciones basadas en una supuesta filogenética, quedando claro que el cerebro es el resultado de un desarrollo gradual, solamente repetible cada vez que se forma un nuevo ser a partir de la unión entre los gametos masculino y femenino y nunca durante la formación gradual de una especie. Se llega a la conclusión de que no es necesaria una explicación evolucionista para los cambios anatómicos que ocurren durante el desarrollo embrionario del sistema nervioso central, sino que un abordaje que no contradiga los principios plasmados en las Escrituras puede ser suficientemente satisfactorio. La presente monografía tiene como propósito presentar esta misma nomenclatura desde una cosmovisión cristiana.

Perspectivas acerca de la división anatómica en base a enfoques del desarrollo del sistema nervioso.
1. La teoría de la recapitulación.
     Ernst Haeckel llegó a ser conocido por muchos años en el mundo naturalista gracias a una teoría que fue denominada la teoría de la recapitulación, que sostiene que la ontogenia recapitula a la filogenia, o en otras palabras, que el desarrollo embrionario de una especie determinada, es una repetición de los procesos evolutivos de la especie en la escala filogenética. La teoría de la recapitulació fue formulada cuando Haeckel comparó los embriones de diversa especies animales en diversos estados de desarrollo. La teoría de la recapitulación ha sido sostenida muchas veces como un punto de referencia sobre la megaevolución de las especies. Sin embargo esta propuesta tal como fue planteada originalmente por Ernst Haeckel no es respaldada por la evidencia genética moderna (Gould 1977, citado por Brand, 1998).

2. Proscencéfalo, mesencéfalo y rombencéfalo, una división más adaptable a una perspectiva puramente ontogénica.
    La filosofía de la teoría de la recapitulación ha sido la misma que se ha utilizado para realizar una anatomía comparada basada en el desarrollo filogenético, y estos estudios incluyen al sistema nervioso.
     Es así que se señala la similitud entre las etapas del desarrollo del cerebro humano señalando su similitud con las estructuras cerebrales de diversos phylla o tipos de animales. Por ejemplo  (Fig. 1), se señala que el embrión del ser humano, a los 25 días de haber sido fecundado posee las características de un cerebro de pez, anfibio o reptil, así mismo se asegura que un cerebro humano de 50 días de existencia tiene un cerebro similar al de organismos inferiores como la rata (Kolb & Whishaw, 2006).
     Kolb y Wishaw además indican que a “medida que el organismo madura, generalmente atraviesa las mismas etapas filogenéticas que sus ancestros en el curso de la evolución. Siendo este el enfoque evolutivo u ontogenético. Se considera al cerebro anterior o proscencéfalo como el responsable del olfato, el mescencéfalo como el asiento de la visión y la audición, y al romboencéfalo como el que controla los movimientos y el equilibrio.
     Desde el punto de vista de la nomenclatura, esta perspectiva es más adaptable a un punto de vista ontogenético, pues cada uno de los nombres que se utilizan hacen referencia a posiciones anatómicas en el espacio, así, proscencéfalo significa “cerebro anterior” (gr. próso=”hacia adelante” y en-kephalo=cerebro), mesencéfalo significa “cerebro medio” (gr. meso=medio), rombencéfalo (gr. rhomb=rombo) telencéfalo (têle=lejos) que significa “cerebro terminal” o distante, diencéfalo significa “cerebro intermedio o central” (gr. diá = separación o a través de). (Universidad de Salamanca, 2011).

Peces, anfibios, reptiles, embrión humano a los 25 días
Mamíferos como la rata, embrión humano a los 50 días
Cerebro humano completamente desarrollado







1.Proscencéfalo
1.1.Telencáfalo
Neocorteza, ganglios basales, sistema límbico, bulbo olfatorio y ventrículos laterales
Cerebro anterior
1.2.Diencéfalo
Tálamo, epitálamo, hipotálamo, glándula pineal, tercer ventrículo
2.Mesencéfao
2.Mesencéfalo
Tectum, tegmentum, acueducto cerebral
Tallo cerebral
3.Rombencéfalo
3.1.Metencéfalo
Cerebelo, protuberancia anular, cuarto ventrículo
3.2.Mielencéfalo
Médula oblongata, cuarto ventrículo
4.Médula espinal
4.Médula espinal
4.Médula espinal

4.Médula espinal

Figura 1. Los pasos del desarrollo ontogenético del cerebro: A. Un cerebro compuesto por tres cámaras. B. Un cerebro compuesto por cinco cámaras. C. Vista lateral que pasa por el centro del cerebro humano. Tomado de: Kolb y Whishaw, (2006).

3. La nomenclatura naturalista de MacLeland: división anatómica del encéfalo humano.
     Uno de los enfoques más claramente evolucionistas es la “popular” propuesta de de McLean (Fig. 2), quien dividió al cerebro desde un punto de vista filogenético en tres niveles: cerebro reptiliano, cerebro paleomamífero y cerebro mamífero. Sin embargo, como indica Peña-Casanova (2007) actualmente se debe considerar esta división solamente como una metáfora:

·         El cerebro reptiliano es considerado como el cerebro sensitivo-motor o subcortical, que incluye gran parte de la formación reticular, el cerebro medio, la región tectal, los ganglios de la base y los sistemas del tronco encefálico relacionados con la vigilia y el sueño, además de los núcleos talámicos inespecíficos y los núcleos centromedianos y pulvinar.
·         El cerebro paleomamífero, presentativo o límbico, que comprende las estructuras que caracterizan el sistema límbico.
·         El cerebro neomamífero, representativo o neocortical. Incluye la corteza cerebral, se lo considera como propio de los primates.

     Esta perspectiva como indica (Peña-Casanova, 2007). Ha de tomarse de forma metafórica, y no como una determinación topográfica funcional, es decir solamente constituye un sistema de nomenclatura.


Figura 2. Los Esquema de los niveles filogenéticos de McLeland, Tomado de:  Peña-Casanova (2007).

4. Enfoque naturalista de la división anatómica de la corteza cerebral.
     Así mismo, se ha dividido la corteza cerebral también desde un punto de vista evolutivo en arquicortex, paleocortex y neocortex (Braillon, 1992).
     El Arquicortex estaría formado por unas cuantas formaciones rudimentarias alrededor del cuerpo calloso, siendo sus funciones aún desconocidas, pero que parecen ser el centro de las vías nerviosas que guían la conducta del individuo.
     El paleocortex, incluye segúnn esta perspectiva, a la circunvolución del cuerpo calloso y la circunvolución del hipocampo  o región Temporal 5, siendo su extremo anterior el uncus, gancho o rinencéfalo, llamado así porque en él radica el centro de la olfacción en los vertebrados inferiores. En el ser humano, las áreas responsables de la olfacción se limitan a una zona del uncus, la llamada área entorrinal además de una pequeña zona anterior e inferior de la circunvolución del cuerpo calloso (área septal), pues el resto ha perdido sus funciones olfatorias.
     El neocortex, que en el ser humano inluiría casi toda la corteza cerebral, donde se encuentran las terminaciones e inicios de las grandes vías ascendentes y descendentes.
     Jiménez-Castellanos (2005) indica que el arquicórtex posee una sola capa neuronal y el paleocórtex posee dos capas neuronales, y nunca llegan a tener las seis capas neuronales características del neocórtex. Se hace referencia al arquicórtex y al paleocórtex con el nombre conjunto de allocórtex (del griego allos, que quiere decir otro) y funcionalmente están vinculados con el sistema olfatorio y el sistema límbico.
     El neocórtex por su parte está constituido por el 90% de la corteza cerebral en la especie humana estando constituido por 6 capas neuronales que dependiendo de su ubicación en la corteza pueden ser algunas más desarrolladas que otras, sin embargo al considerarse la relativa homogeneidad estructural de estas seis capas del neocortex se le ha denominado también isocórtex.
     Esta perspectiva trata de sostener un enfoque naturalista ya que archicortex significa “corteza antigua”,  paleocórtex hace  referencia a unca corteza de transición y neocórtex haría referencia al córtex “evolutivamente más reciente”, nomenclatura que para de sostenerse se apoya en la citoarquitectura de la corteza cerebral, o constitución histológica en 6 capas, sin embargo existen otros enfoques citoarquitectónicos como el de Brodmann que son más específicos y están dados desde un enfoque objetivo de estudios a nivel celular, sin tener en cuenta de forma tan marcada la filosofìa evolucionista.

Nomenclatura anatómica del encéfalo desde diversas perspectivas

1. Los puntos débiles de la teoría de la recapitulación.
    La nomenclatura citada en párrafos antreriores, referente a la anatomía macroscópica del encéfalo tienen como trasfondo un enfoque evolucionista, así la primera clasificación dada por Kolb y Windshaw tiene como trasfondo la teoría de la recapitulación de Haeckel , que se menciona muy poco en la actualidad en los libros de biología debido a que ha sido considerado como un fraude científico.
    Haeckel(1834-1919), fue un profesor de anatomía comparada que fue el primero en aceptar la teoría de la evolución de Darwin, y a menudo le atribuyó a esta teoría pruebas inexistentes, su más conocida frase “la ontogenia recapitula a la filogenia” -emblema de su teoría de la recapitulación- tuvo una gran acogida entre el público no científico (Youngson, 2003).
     Para poder sustentar su teoría Haeckel recurrió a la presentación de dibujos de los hallazgos que había obtenido, pero la elección de los especímenes utilizados fue sesgada por el concepto filosófico recientemente abrazado por Haeckel: el darwinismo. Así, entre los reptiles, seleccionó a una salamandra en vez de una rana, debido a  que esta última no guarda mucha similitud con los mamíferos, pero la salamandra sí, además utilizó solamente cinco de las siete clases de vertebrados que existen, 4 de los ocho especímenes eran mamíferos, es decir la mitad, además ya en la década de 1860, muchos biólogos se dieron cuenta que los dibujos de Haeckel habían sido forzados a parecerse entre sí pues nunca los embriones de los vertebrados habían sido tan similares entre sí como en los dibujos de este anatomista. (Woodward, 2006).
     Más recientemente, en el año 1997 el embriólogo Michael Richardson, publicó un artículo en la revista Anatomy and Embriology, describe cómo él mismo junto con sus colegas analizaron 50 embriones de los vertebrados de los croquis de Haeckel, descubriendo que éste había omitido rasgos que no coincidían con su teoría y había agregado otros que apoyaban sus ideas. (Youngson, 2003)
    Cabe resaltar que un gran número de vertebrados poseen las mismas extremidades y las mismas divisiones corporales aún en estado adulto, y además dichas estructuras solamente se diferencian entre sí y en comparación con el ser humano en forma, proporción o tamaño, por lo tanto es lógico encontrar más similitudes que diferencias entre los embriones de las diferentes especies, y eso no prueba que los vertebrados superiores tuvieran que haber pasado por dichos estados evolutivos (Youngson, 2003).  

2. Proscencéfalo, mesencéfalo y rombencéfalo desde el punto de vista de la ontogenia.
     Como se vio en el capítulo anterior, la nomenclatura derivada del griego, que se refiere a la posición de las divisiones del encéfalo no presenta problemas para una perspectiva de cosmovisión cristiana, debido a que las adiciones de interpretación evolucionista pueden ser consideradas como artificiales.
Esta perspectiva puede ser utilizada desde un punto de vista ontogenético, ya que los cambios en el desarrollo del embrión humano a los 25 y 50 días de concepción no necesariamente tienen que ser comparados con los encéfalos de especies animales para poder comprenderlos.
     Es así que la nomenclatura de esta división anatómica no representa un inconveniente para el estudio de la anatomía macroscópica del encéfalo.

3. La nomenclatura de MacLeland: una metáfora innecesaria.
    La nomenclatura anatómica de Mcleland es tomada como una metáfora, como ya se indicó anteriormente, y por lo tanto solamente constituye un vínculo artificial entre la neuroanatomía y el evolucionismo.
     Este enfoque por lo tanto puede ser reemplazado desde un punto de vista práctico por el enfoque de las nomenclaturas derivadas del griego mencionadas por Kolb y Wishaw.

4. El estudio citoarquitectónico de la corteza cerebral separa a la corteza en más de tres divisiones.
     Se ha visto en el capítulo precedente que una de las posturas de división anatómica evolucionista  separa a la corteza cerebral en tres divisiones, y uno de los argumentos que se utiliza es la diferenciación citoarquitectónica en 6 capas.
     La división citoarquitectónica de la corteza cerebral en 6 capas (Fig. 3) ha sido establecida por Brodmann y luego  ampliamente estudiada, lográndose determinar la naturaleza estructural de cada una de ellas; es así que, desde la periferie hasta el interior de la corteza se enumeran como las capas I, II, III, IV, V y VI.
     En la capa I, que contiene muy pocas células, terminan las dendritas apicales de todas las células piramidales, la capa cuatro o capa granular, que está constituída por un gran número de células estrelladas, y tiene como característica que allí terminan las aferencias específicas del tálamo. El plano supragranular, constituido por las capas 2 y 3 contiene las terminaciones aferentes de las vías comisurales y de asociación y contiene además células piramidales, siendo los axones de éstas últimas los que formarán las fibras de asociación largas. El plano infragranular, constituído por las capas 5 y 6 contiene en mayor número células piramidales, y da lugar a las fibras de asociación y de proyección. (Barbizet & Duizabo, 1986).
     Este enfoque citoarquitectónico de Korbinian Brodmann diferencia la corteza cerebral en diferentes áreas funcionales, en base a la estructura de las células y en la distribución de estas células en capas, siendo clasificadas por este método 52 áreas anatómicamente y funcionalmente diferenciadas (Fig. 4) en la corteza del ser humano. (Purves, y otros, 2008).
     Como se puede observar, en base a los estudios realizados de forma objetiva, se considera innecesaria una división anatómica en base a postulados evolucionistas, porque estos solamente sirven para respaldar posiciones filosóficas y cosmovisiones basadas en dicho enfoque. Un estudio detallado no necesita estar sesgado por estas ideas.

Figura 3. Distribución laminar de la corteza cerebral por diferentes tipos de tinciones: Golgy, que impregna la totalidad de la neurona, Nissl, que impregna los cuerpos celulares y Weigert, que colorea las fibras nerviosas. Tomado de  Mancall y Brock (2011).

Figura 4. Vistas lateral (A), y medial (B) de la corteza cerebral del hemisferio izquierdo, indicando las áreas de Brodmann . Tomado de  Mancall y Brock (2011).

5. El método científico es objetivo pero las interpretaciones dependen de la cosmovisión del investigador.
     A menudo se ha considerado que los hombres de ciencia son puramente objetivos, y que la ciencia está fundada en comprobaciones en las que se deja de lado todo prejuicio, pero esto no es del todo cierto, a menudo los seres humanos nos dejamos guiar por ideas preconcebidas, y esto no exluye nuestras interpretaciones de los hechos analizados y sistematizados por el método científico. El ser humano es susceptible de cometer errores de forma intencionada o no intencionada, sesgando muchas veces sus hallazgos hacia las ideas que le resulten convenientes, por .lo tanto es muy importante recordar, que, las interpretaciones de los hallazgos científicos no son la última palabra, y no han de ser tomados de forma absoluta y contundente, sino más bien debieran ser interpretados de tal forma que se consideraran como escalones en el ilimitado enuentro del hombre con la creación.
6. Un sólido fundamento.
     Finalmente, puesto que es la cosmovisión propia del investigador la que guía las interpretaciones, ¿cuál será la cosmovisón más confiable?. Esta es una pregunta que no puede ser respondida más que con la experiencia de encontrar la verdad, y la verdad se resume en que es necesaria una cosmovisión que haya sido duradera, que haya demostrado ser efectiva y que sobre todo, sea capaz de resaltar las mejores cualidades del ser humano.
     Esta verdad puede ser hallada solamente con la experiencia individual, con la búsqueda sincera de una guía que vaya más allá de la corta existencia del ser humano como undividuo y como especie.
     Una guía solamente ha probado ser efectiva en este aspecto, la Biblia, que nos indica que “Sécase la hierba, marchítase la flor; mas la palabra del Dios nuestro permanece para siempre”, Isaías 40:8 (Santa Biblia, Reina Valera, 1960). Ella nos guía a la verdad, y la verdad absoluta, es solamente una persona: Jesús. Juan 14:6 (Santa Biblia, Reina Valera, 1960).

[1]Psicólogo.
*(En caso de utilizar esta información, favor de citar la fuente)  

Bibliografía


Barbizet, J., & Duizabo, P. (1986). Manual de neuropsicología. Barcelona: Ed.Masson.

Braillon, M. G. (1992). El sistema nervioso central. Madrid: Ediciones Morata.

Brand, L. (1998). Fe y razón en la historia de la Tierra. Lima: Editorial Imprenta Unión.

Jiménez-Castellanos, J. (2005). Lecciones de neuroanatomía clínica. Sevilla: Universidad de Sevilla.

Kolb, B., & Whishaw, I. Q. (2006). Neuropsicología humana (Quinta edición ed.). Buenos aires, Argentina: Editorial Médica Panamericana.

Mancall, E. L., & Brock, D. G. (2011). Gray´s Clínical Neuroanatomy: the anatomic basis of clinical neuroscience. Philadelphia: ELSEVIER.

Peña-Casanova, J. (2007). Neurología de la conducta y neuropsicología. Buenos Aires: Editorial Mèdica Panamericana.

Purves, D., Agustine, G. J., Fitzpatrick, D., Hall, W. C., Lamantia, A.-S., Mcnamara, J. O., y otros. (2008). Neurociencia (Tercera edición ed.). México D.F.: Panamericana.

Santa Biblia, Reina Valera. (1960). Sociedades Bíblicas Unidas.

Universidad de Salamanca. (2011). Diccionario médico-biológico, histórico y etimológico. Recuperado el 05 de Mayo de 2013, de http://dicciomed.eusal.es/

Woodward, T. (2006). Darwin contrataca. Michigan: Portavoz.
Youngson, R. M. (2003). ¡Fiasco!: aprendiendo de los errores de la ciencia. Barcelona: Ediciones Robinbook.