jueves, 29 de marzo de 2012

LA COMPLEJIDAD IRREDUCTUBLE: UN EJEMPLO DEL DISEÑO INTELIGENTE*

Si estudiamos el funcionamiento del cuerpo humano, podemos notar claramente que existen células que no podrían existir por sí mismas independientemente de las demás células del cuerpo. Así, si hablamos de una célula muscular, hepática o de una neurona, podremos ver que estas células “superespecializadas” en funciones específicas y complejas necesitan del apoyo estructural y de nutrientes producidos por otras células. El ejemplo que tomaremos aquí será el de las neuronas, las cuales requieren de otras células llamadas astrocitos, que, a través de unas prolongaciones de su citoplasma llamadas “pies terminales”, toman de los capilares sanguíneos nutrientes, que luego llevan a la neurona para permitirle seguir viviendo y cumpliendo con sus funciones. Estos astrocitos en su conjunto forman lo que se conoce como la barrera hematoencefálica. No sólo eso, sino que también las neuronas requieren de otras células que les sirvan de soporte o que les ayuden en la transmisión del impulso nervioso, tales como las células de Schwan que forman parte del axón de las neuronas motoras en el sistema nervioso periférico.
Este ejemplo nos muestra claramente la interdependencia que existe entre estos tipos de células, sin embargo esta interdependencia no se limita solamente a ellas, pues los astrocitos y las neuronas sin los glóbulos rojos que les llevan oxígeno simplemente morirían en cuestión de unos cuantos minutos, además no tendrían un soporte físico si no existieran las células óseas (osteocitos) que forman la estructura del sistema esquelético, y no recibirían los aminoácidos que requieren para su metabolismo, ni vitaminas del complejo B si no fuera por las células absorbentes de la pared del intestino delgado, y por supuesto esta interdependencia continúa incluso a nivel bioquímico.
Toda esta interrelación, es llamada “complejidad irreductible” y es una muestra clara de Diseño Inteligente, pues que dichas células encajen funcionalmente, entre sí, y en el lugar preciso es suficiente evidencia de haber comenzado a existir juntas en un corto periodo de tiempo. La fe que me sostiene me apoya a pensar que todo ello sucedió en aquel primer sexto día de la semana registrado en el libro Bíblico del Génesis.

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